De series-Breaking Bad

Me permito en este espacio hablar un poco de series. En los últimos años, hemos recorrido con Al frondosos caminos del género, transitando claros como X Files y Walking Dead hasta Six Feet Under o Mad men, sólo por citar algunas. Pero hoy quiero hablar de Breaking bad, que ya espera su quinta y última temporada a partir del 11 de agosto próximo.

No quiero hablar de la producción de metanfetamina o de los millones y los problemas que esto le genera al protagonista. Tampoco quiero hablar de su pareja ni de la paternidad. Quiero enfocarme en cómo el brillante Bryan Cranston, encarna a Heisenberg y a Walt White con una destreza que asusta. Del sombrerito que acompaña la mirada aguda frente a los "bad guys", a la sonrisa nerviosa ante su cuñado y pope de la DEA. De la mentira hasta el imposible hacia su esposa, hasta el hielo que los quiebra ahora que todo se sabe (y se comparte).

El inicio es chato y verosímil: Walt White es un ladrillo más en la pared. Blanco, mediana edad, padre de un hijo adolescente discapacitado, más esposa ama de casa embarazada. Profesor de química de secundaria de Alburquerque en New Mexico y empleado de un lavadero de autos. Ninguneado por todos, blanco social por excelencia y, para colmo, al cartel de "pobre tipo", le cae la máxima: un cáncer de pulmón terminal que le da meses de vida.

Y en este punto es cuando realmente empieza a girar el reloj. Cuando nada importa porque ya la nada se acerca, y todo lo demás va cayendo como piezas de dominó. Va ensombreciéndose con la desesperación operante del que nunca hizo nada con verdadero gusto, ni sentido, ni pasión. Tal vez en un principio, sí... pero tan lejano que el tiempo se encargó de distorsionar hasta la nulidad misma.

Como puede, a los tropezones y a los tiros, con uniones y traiciones, pero siempre con la audacia como nuevo e imprescindible aliado, va acercándose a sí mismo. Va torciendo su vida y retorciendo su realidad. Hasta que consigue remitir el cáncer que lo carcomía por dentro. Logra deshacerse del equipaje de piedras que lo habitaba. Ahora lo persiguen otros fantasmas, no menos aterradores. Pero ya no es más un ladrillo en la pared. A Walt White le falta saber quién es, tal vez el desafío más preciado que se reserva el final de esta serie controversial y fascinante.








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