Un pretexto para escribir eso que nunca terminará de parecerse a un texto.
Pero aquí no habrá perdón, ni máscaras, ni albores.
Sólo destellos entreabiertos que presumen mañanas.
Sólo tu voz, su recuerdo constante y su después.
Efímero transe de huellas, olores y fugas
que fueron haciéndose en mí (y deshaciéndome).
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