Verano sin olas



Parece que se va, se escapa entre los dedos, pero esta vez sin arena fina. Ni gruesa. Sin arena. Un verano sin olas. 

Nos salvó la piscina. También las plantas, las ilusiones. Nos salvaron las risas, las fugacidades que valen, las escapadas a abrazar amigos, los sueños despiertos. Los vuelos mentales, sin cabina de presurización.


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