Cosas de Iván

Ayer, Iván viajó en subte por primera vez en su vida. La destartalada línea A con sus vagones llenos de historia y olor a vieja madera, corcovearon cada rincón de los túneles seguidos por sus ojazos bien abiertos y su carita siempre distinta.

Ayer, también, le pegó al suelo y le dijo malo al ver cómo se caía la nena de Mad Men, en el pasillo de la oficina de su papá, en la tele por supuesto.

Le gusta agarrarle la colita a Bauch, que se mueve casi permanentemente. Le cuesta y cuando lo logra, dice Ahí tá!!!!!!!!! Y el pobre Bauch, con esa cara de padecimiento y bronca, trata de huir.

Repite todo, absoultamente todo lo que decimos, sobre todo la última palabra de la frase. Pero también habla con voz propia. Arma sus propias historias, ayudado por palabras, onomatopeyas y gestos.

Desde el 31, justo a sus 16 meses, come en su sillita. Picotea con un poco menos de resistencia, lo que antes era teta, teta, teta, algo de chocolate, algo de pan, manzana, zanahoria y más teta. Y me enseñó algo más: todos tenemos nuestros propios tiempos para todo.

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