Apiladitos

Mi amiga Andrea dice que los edificios son "apiladitos" y razón que tiene. A los frustrantes martillazos, taladros, polvillo, suciedad, gritos y demás molestias de la obra de al lado, se suma otra convivencia indeseada: los vecinos. Desde hace unos meses, padecemos los gritos y agravios de una familia en el piso de abajo. No puedo entender cómo la gente puede vivir así. La violencia como rutina. Insultos y golpes que traspasan las paredes y ascienden para meterse en nuestro refugio. En la morada más íntima. En nuestro sagrado recinto. Que no será un paraíso abierto las 24 horas, pero en el que, de seguro, predominan los besos.

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