Relato de viernes

(...) Y esa mueca de nada, de nada cotidiana, de pobre sombra de sí mismo. El aire turbio de la tarde le desdibujaba la piel cetrina y hasta el dato más irrelevante, podría emerger como la verdad revelada ante semejante consecución de ausencias. Tal era su vida, tal su desconsuelo.

Escombros de disgustos, malsabores añejos y una seguidilla infinita (¿acaso involuntaria?) de malos pasos, forjaron un paisaje hostil. Nada de lo que intentara, como prueba o tentación de espíritu, resultaba provechoso. Ni siquiera aceptable.

Hasta que el cielo de esa mañana, envuelto en rayos ocres y un porvenir de pájaros, auspició el veredicto. Y la mueca se transformó en sonrisa.

Comentarios

Unknown dijo…
Te mando un besito, Morke!!!

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