Las tartas y yo

Hoy, una suculenta y bien oliente tarta de espinacas (con su cebollita rehogada, su queso crema, nuez moscada, huevito y queso por salut por encima), terminó en una explosión con audio ambiente de bombardeo en Basora, estallando en hebras de vidrio sobre mi cocina. Y es que la pirex obtenida según los beneficiosos puntos de Jumbo (acá se pueden decir marcas, sobre todo si es para quejarse) no resistió que semejante manjar llegara a nuestros paladares.

-- ¿Si comés vidrió te morís?--Le pregunté muy seriamente.
--Y, sí--respondió él.

La probé y realmente sabía como el propio maná, pero ya saben, esa imagen aérea de la vista de nuestro propio funeral, me hizo desistir de seguir engulliendo. También, debo decirlo, los consejos de la madre: siempre apoyala sobre superficies calientes, porque el cambio abrupto de temperatura puede romper el recipiente y ahí sí: tiralo todo s i e m p r e, aún cuando no veas ni un solo vidrio.

Fue a parar a la basura, pura espinaca enriquecida con tropiezos de pirex. Y con lo rica que estaba, la muy desperdiciada.

Próximamente, futuros posts alusivos: ¿Mano negra en las tartas? Mi problema con las tartas. Por qué presupongo un conjuro gastronómico universal en mi contra por parte de este poderoso sector. Aunque francamente la próxima vez que ose adentrarme en este oscuro submundo, sólo espero llegar a degustarla, a ser posible.

Comentarios

Anónimo dijo…
mmm tarta...
Luciano dijo…
Yo ya opte por hacer las tartas sin masa, y les llamó soufle y todo el mundo contento.
Anónimo dijo…
mmmmmm souflé. Y los hace en pirex explosivas o dónde?
Luciano dijo…
No, en una fuente como de material cermámico que me regalo un amigo que se iba que la obtuvo de regalo con un kit para hacer lasagna. Y anda bien.

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