De reencuentros

Como corrientes que te llevan y te traen, me gusta pensar así la amistad. No como un compartimento estanco, como una agenda llena de citas y conmemoraciones, de encuentros puntuales y desencuentros nulos.

Hoy me reencontré con una amiga que no veía desde hacía más de 8 años. Probablemente, más aún. Y recorrer los últimos años de nuestras vidas, así desordenada y efusivamente, fue como un torbellino de esos que te dejan pensando. En tu historia, en la del otro, en el punto en el que se juntan y se crea algo: un momento, una sonrisa, un abrazo.

Todas las calles que crucé hasta volver a verla me habrán hecho otra. O tal vez la misma más cruzada. No lo sé. Pero me quedo con la placidez de su beba esbozando las primeras sonrisas mientras las dos nos interrumpimos y nos miramos y nos reimos.

Comentarios

Anónimo dijo…
Que bueno que estés feliz con ese esperado encuentro. Y ahora seguiremos cruzando calles juntos.
Anónimo dijo…
Y saltando charcos y traspasando túneles y... y... y...
Luciano dijo…
Uh, justo escribí mas o menos sobre lo mismo.
Entiendo lo que querés decir, el cambio es inevitalbe y es hasta deseable.
El problema es cuando pese a la amistad, mas alla de los protagonistas, te encontras con algunas reacciones desconocidas.
Eso nada más. Cuesta.
Anónimo dijo…
Así es, esas reacciones a veces nos reubican con el protagonista y hasta con el mundo. Para bien. Y otras, en las más chungas, nos distancian del amigo y hasta hace que nos peleemos con el mundo todo, aunque sea durante un minuto. Y claro que ahí ya el costo es más alto que deletear un teléfono o un mail. Claro que ahora me (te) pregunto si cuando nos deletean a nosotros, sienten del otro lado reacciones desconocidas...
Luciano dijo…
Trato de no borrar nada ni a nadie, pero las cosas pasan y uno se distancia. Si te borran duele, pero es la necesidad del otro también.
Ahora justamente acaba de aparecer alguien en mi vida que no veo hace muchos años. QUe sea por email hace todo un poco más raro todo.
Y no sé qué hacer ni que decir. Es artificial.
Anónimo dijo…
Claro que pasan y también pesan y no digo que sea grato (ni mucho menos fácil) borrar a nadie, sólo que a veces, sucede y hay que dejarse llevar por esa otra corriente, también, aunque no sea cálida. A mí me pasó exactamente eso: sentir un trato artificial con una persona que fue muy amiga y compañera y que incluso durante mis años por España,llegó a mandarme un libro por correo para mi cumpleaños, amén de mails lacrimógenos de amistad pura. Sin embargo, desde que volví, luego de dos fugaces encuentros, nunca más nada. Y la sentí tan otra, tan fría y kilométrica que me pregunté cómo pudo ser... Pero sin respuesta aún, sigo chapoteando en la corriente que me alejó de su compañía.

Suerte, beso!

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