Cubita



Dedicado a todos los cubanos y cubanas que he leído y querido. Y a los otros también.



Hoy fue un día histórico en Cuba. Por primera vez en 49 años, Fidel Castro, ha renunciado a ejercer el poder. Al menos, en el plano formal que exige la presidencia del Partido Comunista, el único legal en la Isla también desde hace casi medio siglo.

Me cuesta hablar desde la distancia prudencial recomendada, sin caer en la vulgaridad (falaz, por cierto) de llamarla objetividad. La proximidad con Cuba y con su gente ha sido en mi vida una constante. En escenarios diversos, incluyendo la bella isla. Pero también en Argentina y en España. El contacto directo con su pulso, a veces con mayor asiduidad que otras, hace que esta noticia de hoy me devuelva imagénes, como instantáneas que acuden a mi cabeza y también a mi corazón.

Aquella canción de Sabina y Pablito (Milanés), en la Plaza de la Revolución en un 28 de enero de 1995, la visita a la tumba de José Martí, sabiamente interrumpida por unos pioneritos santiagueros (alumnos de primaria) que sofocaron la charla de los guías con anécdotas locales. Las olas furiosas escupiendo sobre el Malecón bajo un cielo de plomo. Y charlas y encuentros y confesiones y sueños.

Uno de esos sueños tal vez empiece hoy a tornarse un hecho. De a poco y en paz. Con la pícara sabiduría de su gente y la colaboración desinteresada de sus vecinos.


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